El observador que somos
El Coaching Ontológico hace especial hincapié en el tipo de observador que somos, y este es el punto al que invito que juntos analicemos en el presente artículo.
Veamos: cada ser humano, en su condición de tal, tenemos nuestra propia manera de observar el mundo y, fundamentalmente, nuestro mundo; observamos los hechos, las circunstancias, a nosotros mismos y a los otros desde nuestra particular mirada. Esto siempre sucede, pero lo que a veces no tenemos en cuenta es la incidencia y las consecuencias que tienen en nuestra vida determinadas observaciones, creyendo incluso que se trata de algo inmodificable.
Esa personal manera de observar se debe a varios factores, como ser: las propias ideas de como las cosas deben ser y hasta como deberían comportarse las personas, a las creencias y los preconceptos que sostenemos como verdades, a los paradigmas impuestos en las sociedades donde nos desarrollamos, a la educación que recibimos, a las historias que nos contamos, como así también a la falta de tolerancia y aceptación a lo diferente.
Otro dato interesante para que veamos es que desde nuestro lugar de observación emitimos constantemente juicios (un punto importante es aprender a ver estos juicios como opiniones personales y no como verdades reveladas, no como “es así porque yo lo digo”). Los juicios que realizamos sobre los hechos que suceden, sobre nuestra propia persona o sobre los demás tienen un gran impacto en nuestra vida, ya que son los que nos abren o cierran posibilidades para generar acciones, además de repercutir fuertemente en nuestras emociones aunque nos seamos demasiado conscientes de ello.
Las emociones generadas por los juicios que realizamos, a su vez nos llevan a realizar determinadas acciones, que pueden acercarnos o alejarnos de los objetivos buscados, ya que cada acción que ejecutamos producen resultados de los cuales somos responsables.
Una de las enseñanzas más importante que el Coaching Ontológico nos proporciona es que si lo que buscamos es una transformación personal cuyos resultados nos acerquen a la persona que declaramos querer ser, cumpliendo con nuestras metas y objetivos, tenemos que cambiar fundamentalmente el observador que somos; hasta que eso no suceda no se dará un cambio de fondo en nuestra vida. No basta con modificar acciones, ya que éstas no se pueden sostener en el tiempo si conservamos la misma mirada que nos condiciona y estanca en nuestro camino de superación.