Día de la Niñez
En principio me nace expresar, que si bien se celebra el Día de la Niñez un día al año; en la acción, tenemos que tener en claro que los niños y las niñas necesitan que los honremos cada día. Y una manera de honrarlos es exigir que sus derechos sean respetados y cumplidos, siempre. Debemos nosotros, como adultos responsables, ser desde nuestro lugar de acción, guía y ejemplo para formar hombres y mujeres de bien. Recordar que cada palabra expresada, cada acción realizada, todo lo que realicemos o dejemos de hacer por ellos influye directamente en su presente y en su futuro. Es necesario hacer práctica de la amorosidad, tener para con ellos palabras que alimenten su autoestima, su valoración, la seguridad en sí, transmitirles mensajes claros que los hagan sentir amados y respetados en su integridad.
Cumplir con la necesidad de que los niños y niñas vivan como tal y nosotros, viendo en ellos el reflejo de lo que fuimos cuando transitamos esa etapa. Sólo empatizando con ellos podremos corregir errores y brindarles lo mejor de todo lo aprehendido. Como sociedad es necesario comprometernos a que puedan tener un desarrollo saludable tanto física, mental como espiritualmente, y como lo señalé anteriormente, exigir presencia activa de quienes una vez se comprometieron a velar por sus derechos. Enseñarles que sólo dejando atrás los sinsabores del pasado, enfocándose positivamente en el presente y mirando con esperanza el futuro es como realmente se construye. Qué los valores como la honestidad, la solidaridad, la búsqueda del bien común y el actuar con loables sentimientos son el arma mas poderosa y la única que debe movilizar sus acciones, que las metas alcanzadas y los sueños cumplidos son la mayor satisfacción en la vida.
En sus caritas tiene que existir siempre una sonrisa, tener una infancia alegre, con sus necesidades básicas satisfechas, donde el juego, el estudio, el deporte y la recreación sean sus principales prioridades. Deben ser tratados con el respeto y el amor necesarios que les posibilite crecer felices y brindando lo mismo que reciben de sus padres, hermanos, tíos, abuelos y maestros.
El momento de plantearnos seriamente un cambio ante una realidad que para muchos es adversa, donde la marginalidad, el abuso y el maltrato se hacen presentes, es HOY. La posibilidad de volver a empezar y mejorar lo que nos disgusta es AHORA, ellos merecen todo nuestro esfuerzo y dedicación. No nos conformemos con menos, hay mucho por hacer, tenemos por delante un largo camino que sólo juntos podemos elegir transitar desde donde nos toque actuar. Los espacios para debatir, proyectar y hacer realidad estos deseos son muchos y variados; el primero sin duda alguna, el hogar, la familia como principal institución y espejo en el cual mirarse; luego el colegio donde no tan sólo se brinde conocimiento, sino también puesta en acción de valores como la tolerancia y el respeto a las diferencias. Los ámbitos del deporte donde desarrollen el gusto por la sana competencia. Y por supuesto, los institucionales desde los que la protección y el cumplimiento de sus derechos se hagan presentes.
Lo expresado está a nuestro alcance, todo puede ser mejorado, sólo basta tener el coraje y el compromiso para dar el primer paso. Que los niños y niñas observen que como adultos lo podemos realizar, que no son sólo palabras, que sepan que es por ellos que todo lo intentamos, vale el tiempo y el esfuerzo que le dediquemos, es con toda seguridad lo mejor que podemos legarles, de lo cual estaremos orgullosos de realizar y ellos agradecidos, siempre…