Conversaciones efectivas

Cuando nos referimos a conversaciones efectivas estamos hablando de aquellas que inciden directamente en las relaciones y se convierten en un verdadero desafío.

Uno de los problemas más evidentes a la hora de conversar sucede cuando confundimos los hechos -algo comprobable con datos específicos- con las interpretaciones que les damos. Esto trae aparejado una gran cantidad de conflictos. No es lo mismo decirle a alguien llegaste tarde, en relación a la cita que previamente pudieron haber programado para determinada hora, que expresarle: me lo haces apropósito, no tenes consideración. El primer dato es objetivo: llegó tarde. El segundo, subjetivo: corresponde a mi interpretación de lo ocurrido. ¿Y qué crees que sucede en el vínculo si se piensa -como en este ejemplo- que alguien actúa apropósito, sin antes chequear lo que le pudo haber ocurrido? Es por eso que uno de los actos más importantes a la hora de señalar un error, es separar la acción de quien la ejecuta. ¿Y como se logra?, desarrollando el hábito de confrontar la acción y no a la persona. Es muy distinto decirle a alguien que actuó de manera irresponsable en un momento específico que decirle que es un irresponsable. De esta manera logramos comunicar que el problema es su accionar y no su persona; siendo así, bien diferente será la manera en que recibirá nuestro mensaje.

         Otra instancia que hace a las conversaciones efectivas es desarrollar nuestra capacidad de escucha ¿Y cómo se logra esto sin caer en yo digo lo que digo y el otro escucha lo que escucha? Sin duda alguna, evitando todo lo que la interfiera, como ser los juicios sobre quien tenemos enfrente. Si mientras nos está hablando creemos saber de antemano lo que piensa o siente, si creemos que nos está mintiendo o sospechamos intenciones escondidas en su relato, todo eso jugará en contra de una escucha adecuada. Tenemos que tener especial cuidado de que nuestros pensamientos no obstruyan la escucha mientras la otra persona nos está hablando o si mientras lo hace, ya estamos pensando lo que le vamos a contestar. Estar y permanecer presente ante un otro es una competencia muy desafiante. En lo personal, recuerdo las intensas prácticas sobre este punto cuando me formé como Coach Ontológico y Consultora Psicológica, ya que es uno de los ejes fundamentales para estar disponible ante lo que cualquier coachee o consultante espera y necesita. Y más allá de lo estrictamente profesional, es una acción transformacional que nos cabe a todos por igual.

Dentro de las denominadas conversaciones efectivas también se encuentra como declaración de suma importancia, los pedidos. Corresponde tener en cuenta como a la hora de realizarlos -o de decidir no hacerlo- entran a jugar incluso algunas de nuestras creencias. ¿Cuál es mi posición al hacer un pedido?, ¿tal vez quedar al descubierto ante una necesidad que no quiero exponer? Es evidente que si realizo un pedido es porque existe algo que no tengo, algo que necesito o que no sé y hay un otro que me lo puede facilitar. ¿Acaso no lo realizo por temor a recibir un no? Si así es, se debe a que ese no es recibido como un rechazo personal y no como una negativa puntual a lo que estoy solicitando. ¿Ocurre que al hacer un pedido no recibo lo que pido? Ante este interrogante, lo primero es saber si a quien le solicito es la persona indicada que podrá cumplir con el requerimiento.

Lo segundo es darme cuenta cuán específica fue mi manera de pedir; cuanto más concreto sea el pedido mayor posibilidad tendrá de ser satisfecho. Tercer punto, verificar si a quien le pedí, comprendió exactamente lo que le dije ya que existe la posibilidad de que las interpretaciones sean diferentes. Al respecto, te cito un ejemplo personal: durante mi primer viaje a España tuve algunos inconvenientes en la comunicación ya que si bien hablamos el mismo idioma que en Argentina, la modalidad en algunos términos y conceptos es diferente y eso trajo aparejado que ante determinadas situaciones no nos comprendiéramos. Cuarto, asegurarme que la otra persona aceptó cumplir con lo solicitado. Quinto y muy importante, poner un plazo de tiempo, indicando que lo que necesito es para determinado momento; solo así puedo, posteriormente, reclamar. En resumen, es necesario formular el pedido con claridad, de modo que se indique qué necesito, cómo y para cuándo.

Así también, cabe tener en cuenta que al ser receptores de pedidos de otros, el responder sí o no, y cumplir con lo que nos comprometemos a realizar, nos vuelve personas confiables y con las que se puede contar. Si decimos que sí y hacemos no ¿cómo crees que incidirá dicho comportamiento en los vínculos?

En cuanto a ser oferta podemos indicar que es aquello a lo que podemos estar disponibles desde nuestro conocimiento, capacidad o experiencia. Cuando buscamos un trabajo, somos oferta. Cuando queremos colaborar en una institución, somos oferta. Cuando contamos con algo que sabemos que otro necesita, somos oferta.

Para finalizar, dejo otros datos a tener en cuenta para un conversar efectivo:

– Establecer el para qué vas a conversar y qué queres lograr en dicha conversación.

– Elegir un lugar adecuado para hacerlo.

– Prestar atención si el estado emocional de las partes es el conveniente para lograr la efectividad buscada.

– Expresar cuáles son los acuerdos que, a tu juicio, no se cumplieron o los que se pretenden lograr en el presente. Opinar sobre la base de los hechos, no de lo que te parece que es.

– Expresar cómo te estas sintiendo.

– Hacer preguntas, chequear la escucha, estar seguro que se comprende lo expresado tal cual se va diciendo. Por ejemplo: ¿cuál es tu punto de vista? o ¿qué opinas de lo que digo?

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