Ser agradecido es una de las actitudes más transformadoras en el ser humano.

Ser agradecido abre las puertas a la mejora en los vínculos, a un mayor disfrute de los pequeños detalles de todos los días, a la abundancia emocional, a la riqueza espiritual, en definitiva, a cocrear el bienestar interior.

Ser agradecido a la vida, a las experiencias, incluso las más desafiantes, ya que de ellas obtenemos el mayor aprendizaje.

Ser agradecido a lo vivido, a lo transitado, incluido lo dificultoso, porque si se llegó hasta aquí es porque se tuvo la capacidad de sobreponerse y salir adelante.

Ser agradecido a los dones que nos hacen únicos e irrepetibles, permitiéndonos cumplir nuestra misión, la que sólo nosotros podemos realizar.

Ser agradecidos por las oportunidades de expresar bellos sentimientos y realizar loables acciones, por la posibilidad de amar, reír, llorar y redescubrir lo que nos rodea con una mirada diferente.

Ser agradecido a las personas que forman parte de nuestro camino, fundamentalmente a las que nos inspiran amor y amistad. Ser agradecidos con las que entablamos lazos constructivos, dejando en nosotros huellas imborrables. Ser agradecidos también con las que llegamos a tener relaciones distantes o conflictivas, ya que nos muestran esa otra cara de nosotros mismos y también nos aleccionan ante futuros vínculos.

Ser agradecido con uno mismo cuando nos prodigamos cuidado y nos protegemos en busca de nuestro propio bienestar, sea éste, físico, mental o espiritual.