Circunstancias que nos ponen a prueba
Cuando diferentes circunstancias nos ponen a prueba, representan esos cimbronazos que mueven los cimientos mismos en los cuales creíamos, hasta entonces, que estaba basada nuestra existencia. Son esos puntos de inflexión que nos apoyan a reflexionar sobre la propia manera de transitar nuestra vida y las prioridades en las que basamos nuestro andar. Situaciones no deseadas que irrumpen poco a poco o de improviso, haciendo que lo que era deje de ser de esa manera, momentáneamente o para siempre.
Puede que tal vez podamos pensar que la propia vida, los conocimientos nos den la oportunidad de cierta preparación para lo acontecido, o puede que no sea así.
Puede que pensemos que las herramientas que consideramos que teníamos mucho no nos sirvan hasta que entremos en contacto profundo con lo que es, aceptándolo.
Puede que humildemente sea hora de reconocer que solos no podemos, y aprendamos si es que no lo ejercitamos antes, a pedir ayuda.
Sí nos queda como sana propuesta el ser agradecidos con quienes contamos a nuestro lado, con quienes tienen una palabra oportuna, un abrazo que contiene, un silencio respetuoso o una mano tendida. A pesar de lo que nos aqueja, y que es muy real, puede demostrarnos el valor de los verdaderos afectos, de ese amor puesto en acción.
Si en nuestra libertad de elegir como pararnos ante las situaciones, dentro del vaiven emocional en que podemos estar sumergidos, podemos optar por ser finalmente protagonistas de nuestra vida, tomando esa experiencia adversa como un desafío a superar del cual mucho aprenderemos. En definitiva puede de nosotros emerger la capacidad resiliente que termina siendo el inmenso obsequio que la existencia nos tiene guardado para pasar a ser, sin más, faro que ilumina otras vidas que pueden estar pasando por lo mismo.
Cada cual vive como puede, o como sabe hacerlo. Su proceso personal de sanación será a su ritmo para salir finalmente fortalecido de los embates que a todos nos pueden suceder por diversas circunstancias y de las que nadie está exento…