Despejando espacios (internos y externos)

Para que lo nuevo se manifieste en tu vida será necesario que vayas despejando espacios. Tal vez te preguntes que significa esto de despejar espacios. Significa, ni más ni menos, que responder a la sana necesidad de poner orden en tu vida, un orden que parte inexorablemente de tu interior, que renovará tu energía vital y se reflejará en una paulatina transformación en tu ser y hacer cotidiano.

En primer lugar, y antes que cualquier otro, será necesario despejar espacios en tu mente. Espacios que están colmados de pensamientos, de conversaciones internas, muchas de ellas productos de las historias que te contas sobre lo que ya pasó o sobre lo que puede ocurrir, pensamientos que suelen conectar con temores, algunos concretos pero muchos otros imaginarios, con creencias sobre qué hacer y cómo, que te fueron inculcadas y que continúan ahí casi sin que te des cuenta, con ideas negativas que estancan tu presente prefiriendo quedarte donde estás y evitando los riesgos de ir por lo que anhelas.

Para salir de esa maraña será necesario entonces un profundo trabajo de observación de tu particular manera de pensar, de esa parte muy tuya que tiende a obstaculizar tu potencial. Sin embargo, puede que te resulte mucho más cómodo quedarte como estás, aunque tu realidad no te agrade y la termines padeciendo, ya que aunque te cueste reconocerlo, suele ser muy tentador abandonar toda nueva posibilidad buscando excusas por las cuales ni siquiera intentas algo diferente. Por eso, lograr despejar tu mente de lo que hoy ya no te sirve, dejando atrás lo que no es productivo, representará un desafío de alto impacto para tu vida.

Una vez que comiences a transitar ese camino, un nuevo panorama irá viendo la luz. No se trata de que las situaciones esencialmente hayan cambiado, tal vez allí afuera todo siga igual, lo que sí cambiará será tu mirada sobre esa realidad y sobre tu propia persona en relación a lo que te rodea. Será finalmente tu Ser grande el que comience a despertar de su letargo, a apaciguarse de los laberintos en los que se metió para finalmente lograr una observación más amplia de su existencia, abriéndose a posibilidades hasta ahora impensadas.

Despejando espacios en tu casa de todo aquello que no te permite el libre andar en cada ambiente, muebles que ya no cumplen ninguna función, alacenas con objetos que ya no sirven o que fuiste guardando desde un pensamiento de carencia por si en algún momento hacen falta, calzado o placares atestados de ropa que ya no usas ni usarás; siempre puede ser un excelente momento para agradecer por lo que tuviste y por la función que cada cosa cumplió, momento de regalar, de donar o de tirar. Despejando espacios en estanterías, armarios o en tu biblioteca. Despejando espacios en tu trabajo, papeles y carpetas que están de más, un escritorio que posee más cosas que las que necesitas cada día. Despejando espacios en tus relaciones, en tu manera de relacionarte, diciendo no a lo que ya no queres, diciendo sí a lo que deseas de aquí en más. Despejando espacios de lo que ya no aporta positivamente a la persona que hoy vas siendo. Pensamientos negativos, pensamientos que te condicionan, pensamientos que te impiden evolucionar. Creencias con las que creciste, creencias que otros te impusieron y las tomaste como tuyas. Objetos que cumplieron su cometido pero que ya no sirven. Soltar, dejar ir, despejar espacio para que lo nuevo se manifieste, permitiendo que ingrese con fuerza a tu mente y a tu alma.

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