Liderazgo y empoderamiento femenino

INCORPORACIÓN DE PERSPECTIVA DE GENERO

La participación y organización de las mujeres en distintos ámbitos, más allá de las funciones tradicionales que desempeña en la familia (identificado como ámbito privado), se fue diversificado y ampliado a los largo de las últimas décadas.

Su participación en los espacios político, social, cultural, gremial, laboral y ciudadano, entre otros tantos (denominado ámbito público), se va dando de diferentes maneras, estando presente en todos los niveles y espacios. Dentro de lo que son estos espacios está el de los liderazgos, representando un papel sobresaliente en nuestras sociedades y que con sus distintas expresiones van creando y adquiriendo protagonismo, estableciendo así distintas relaciones de poder con la población que las siguen, a las que sirven y con las que tienen que negociar o establecer vínculos.

Desde la perspectiva de género se explora la construcción de los liderazgos femeninos tomando en cuenta varias características, muchas de las cuales generan desigualdad social, violencia y discriminación, no tan solo en su papel de líderes sino también en sus distintos ámbitos de actuación. Como líderes, a diferencia de los hombres, las mujeres afrontan varias problemáticas y obstáculos para ejercer ese papel o para que puedan colocarse en la punta de pirámide, ya sea como dirigentes formales de una organización o como candidatas o representantes populares.

Esta situación de desventaja se ha explicado a lo largo de la historia por las barreras culturales y sociales existentes ya que el ámbito privado fue visto como el espacio natural de las mujeres, y el público como el de los hombres, por lo que las dinámicas generadas están adecuadas a las características sociales y culturales de los hombres, como el ser proveedor, líder o jefe de familia. Siendo así, las mujeres, ante los papeles desempeñados tradicionalmente, se fueron limitando en su mayoría, eligiendo participar de manera periférica sin buscar escalar esa pirámide, particularidad denominada “techo de cristal”, como una barrera invisible de autolimitación.

Sin embargo, entre las causas por las que las mujeres se estancan o se detienen se encuentran otros factores, como ser las responsabilidades del hogar en su papel de madres o jefas de familia. Por otra parte, debemos tomar en cuenta que su ciudadanía formal fue reconocida recién en 1953, al reconocérseles el derecho al voto y a ser votadas. De igual forma, su acceso a la educación superior fue tardío, siendo las que cargan con el peso de la pobreza y el ser víctimas principales, junto a los niños, de la violencia familiar y sexual. Lejos de acabar, dicha violencia sigue incrementándose dándose en algunos países altos índices de femicidios.

Debido a los prejuicios culturales respecto a las diferencias de género, a las mujeres se les considera débiles y emotivas. Esto también se refleja en la forma de ejercer liderazgo con independencia de los estilos, aunque desde la perspectiva de género se ha visto que varias características son mitos que funcionan al dedillo como mecanismos de control al acceso de las mujeres a puestos de poder y en todo caso permiten el paso en aquellos casos en los que toman roles masculinos para desarrollar su liderazgo. De todas formas, hay quienes llegan a pensar que los liderazgos femeninos son mejores que los masculinos porque las mujeres asumen distintos roles a la vez o porque por naturaleza son más responsables que los hombres.

Se debe considerar que la participación de las mujeres en espacios públicos se ha diversificado, pero en muchos casos siguen siendo las principales responsables del cuidado de la familia, papel que siguen desempeñando pese a sus múltiples tareas. Esto, sumado a que muchos de sus liderazgos son informales; es decir, que no siempre son quienes ocupan un cargo de dirección, aunque sí influyen en las decisiones del equipo o realizan actividades de conducción.

Otra característica de los liderazgos de mujeres son los denominados feministas insertos en organizaciones mixtas, en partidos políticos, en cargos de representación popular o en la administración pública, cuyo ejercicio parte del reconocimiento de las desigualdades sociales de las mujeres, por lo que se busca transformar la sociedad e incidir en policías públicas y reformas legislativas desde la perspectiva de género. Sin embargo, este tipo de liderazgos son mínimos ante un amplio espectro de mujeres líderes insertas en diversos ámbitos con gran desventaja para sobresalir.

Uno de los ejes centrales para la igualdad entre mujeres y hombres debería ser la promoción sostenida de empoderamiento y liderazgo para las mujeres. Una de las acciones mas necesarias sin duda alguna es la capacitación; si bien ésta existe para promover y fortalecer dichos liderazgos, en diversos ámbitos como el comunitario muchas veces se carece de acciones más estructuradas que fortalezcan los liderazgos que se gestan en espacios más pequeños.

A esta altura, algunas preguntas que nos deben guiar son ¿de qué forma van construyendo sus liderazgos las mujeres?, ¿cómo reproducen los mandatos de género o cómo los resignifican y trasforman?, ¿cómo a través de las experiencias adquiridas se pueden hacer propuestas para fortalecer dichos liderazgos desde una perspectiva de género?

El objetivo central que nos tiene que convocar a esta altura es la formulación responsable de una propuesta metodológica en formación de liderazgo con perspectiva de género. Y los específicos: revisar la construcción de dichos liderazgos hasta este presente, reconocer los obstáculos y los elementos que facilitan el liderazgo femenino, así como las estrategias y recursos con que cuentan para ejercerlo e identificar si lo están haciendo desde una perspectiva de género, examinando propuestas para su promoción y valorando su viabilidad.

Se observa que algunos liderazgos no cuentan con elementos desde la perspectiva de género, no existiendo procesos permanentes de empoderamiento, lo que provoca que las mujeres no se sientan reconocidas, tengan altas cargas de trabajo y conflictos en su ámbito familiar, viéndose afectadas en su salud, además de provocar un estancamiento en su liderazgo. Es por esto que se considera fundamental generar procesos de empoderamiento con mujeres líderes ,desde la perspectiva de género, generando así  liderazgos protagónicos que puedan influir en la toma de decisiones y transformar su entorno. Se torna imprescindible participar en igualdad de condiciones que los hombres, a fin de incrementar el número de mujeres en puestos de representación y así proponer acciones que busquen erradicar la violencia y la discriminación hacia las mujeres, entre otras cuestiones.

De acuerdo con estos lineamientos, se insta a elaborar propuestas factibles de convertirse en políticas públicas generando un proceso de reflexión conjunto por parte de las líderes, trabajando fuertemente en su empoderamiento y así generar cambios positivos en las organizaciones de las que son parte.

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