Mujer Protagonista
Sabemos que es ésta una época de alto protagonismo de la mujer. En lo personal, entiendo la importancia que ello conlleva y como inteligentemente puede servir para marcar un antes y un después que sea nuestro legado para las nuevas generaciones.
Entendiendo que el lenguaje genera realidad, es sumamente importante poner en palabras las variadas realidades que las mujeres atravesamos en todos los ámbitos. Ese poner en palabras, conectando con lo que pensamos y sentimos en relación a lo que vivimos. Ese poner en palabras que tiene que ser acompañado por una escucha abierta, atenta a lo que está sucediendo, una escucha que acompañe sin necesidad de entrar en la tentación de emitir juicios de valor. Este expresarse es sin duda alguna el inicio de cambio para toda mujer, un cambio imprescindible que encamine hacia su empoderamiento. Ese poner en palabras que también incluye declaraciones comprometidas, leyes que se cumplan, pedidos que se escuchen, promesas que se concreten. Esta responsabilidad le cabe a toda la sociedad. Una sociedad que acompañe, que evite mirar para otro lado, que se mantenga firme ante reclamos justos.
Si nos remontamos al origen del Día Internacional de la Mujer, remitimos a la lucha de aquellas que pagaron con su vida el defender sus derechos. Muchos años han pasado desde aquel entonces hasta hoy, mucho camino transitado. Si algo iguala a aquellas mujeres de 1911 de estas del 2019 es precisamente el espíritu de lucha, el continuar tantas veces pagando con su vida para que su voz sea escuchada, sus derechos, respetados y su libertad, aceptada.
Por último, quiero mencionar un nuevo término sumamente poderoso: “sonoridad”. Una palabra con alto significado reinvidincativo. Se trata de esa relación de hermandad y solidaridad entre las mujeres para crear redes de apoyo que empujen cambios sociales para lograr la igualdad. Afortunadamente hay quienes la ponemos en práctica desarrollando esa capacidad de empatizar con su padecimiento. Esa empatía que significa estar presente, acompañando los cambios, hacerlo desde la apertura mental que los tiempos reclaman y sin necesidad de caer en extremismos. Esta nueva realidad también le cabe a los hombres, a los ya mayores con el desafío que les implica por haber sido formados bajo otros paradigmas y a los más jóvenes, en cuyas manos está la responsabilidad de escribir una nueva historia de respeto, igualdad y sana comunión.
Mucho se hizo. Somos conscientes que falta mucho por hacer. Sin necesidad de caer en lo utópico, hoy puedo expresar que es posible. Hace falta determinación, compromiso y responsabilidad para acompañar los cambios que gran parte de las sociedades están reclamando.
Mujeres valerosas, intrépidas, decididas. Mi deseo es que cada una protagonicemos nuestra propia vida, viviéndola intensamente, de la manera que lo decidamos, que nos cree bienestar y sólo rindiendo cuenta al único juez que tenemos: nuestra conciencia.