Vibrar en sintonía

Cuando la vida nos cruza con determinadas personas puede surgir una vibración especial de ida y vuelta, ese algo que nos indica que quien tenemos frente a nuestros ojos pasará sin más a cumplir un rol importante. Sin mayores explicaciones esa energía simplemente sucede, se apodera de nosotros y las circunstancias que se dan a partir de aquel momento solo nos dan la razón.

Cada uno de nosotros somos energía que vibra, es nuestra fuerza vital que nos representa en este plano, interactuamos desde esa energía. No todas son iguales, por eso hay con quienes nos acercamos y hay de quienes nos alejamos. Ni bien, ni mal, es lo que nos ocurre.

Lo interesante es cuando esa energía, esa vibración se percibe tan cercana, una especie de vibración en sintonía muy particular. Y así va naciendo un sentimiento, eso que nos une, que nos hace sentir a gusto en compañía, que nos hace abrirnos en confianza, y que a partir de aquel bendito momento del primer encuentro sentimos en lo más profundo de nuestro ser que ante el paso de esas personas por nuestra vida ya nada será igual.

El reconocer a esos seres, el estar atentos a su existencia en medio de tantas otras existencias a nuestro alrededor, pasa a ser una bendición. Una bendición que tal vez se sienta el primer día, o tal vez con el paso del tiempo y las circunstancias. Una bendición de congeniar en lo profundo, dejando de lado triviales diferencias. Una bendición que se sostiene en el tiempo, que supera distancias y obstáculos en las humanas relaciones. Una bendición que se traduce en confirmar que lo autentico es nacido del alma, que aunque no siempre se pueda tener al lado a esas personas, se sabe que están y seguirán estando siempre disponibles. Existe incluso una suerte de seguridad inexplicable que estos vínculos generan que hacen que se sienta su presencia amorosa y protección incluso cuando una de las partes deja este plano.

Es posible que reconozcas en tu vida, como yo en la mía, a más de una de estas energías maravillosas. Esas energías que son tus vínculos más preciados. Esas energías que tienen nombre y apellido. Esas energías siempre valiosas y necesarias.

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