ACEPTACION DE SITUACIONES DOLOROSAS

La tarea de aceptación puede tornarse muy compleja cuando lo emocional y lo afectivo están en juego.

El aceptar lo que sucede puede tornarse muy complejo cuando lo emocional y lo afectivo están en juego. Aceptar lo que es cuando se desearía no pasar por instancias dolorosas, cuando se es testigo de padecimientos de quienes queremos o cuando lo que está pasando nos afecta en demasía es un desafío de grandes proporciones.

Cuando eso ocurre el tiempo se nos torna infinito, o bien, parece detenerse. Se desearía con todas las fuerzas volver el tiempo atrás cuando se era feliz y tal vez no nos dábamos cuenta. Sabemos que es imposible pero en nuestro interior se libra esa batalla. Por supuesto que experiencias similares vividas en el pasado, sombras que se hacen presentes hoy sobre escenas que se repiten también representan un peso para almas afligidas. Nada queda librado al azar cuando el dolor en cualquiera de sus formas golpea las puertas de nuestra cotidianeidad.

El aceptar es un proceso, con multiplicidad de emociones y sentimientos nos atraviesan sin pedir permiso. No se trata de juzgar lo que nos pasa, lo que sentimos, lo que pensamos. Lo que se nos impone como cruda realidad, es lo que es sin más.

El aceptar es ser conscientes de no poder evitar lo que nos excede. El aceptar es darnos cuenta que sobre lo único que sí tenemos poder es sobre la elección de como pararnos ante lo que sucede. ¿Es simple? La mayoría de las veces, no. ¿Se puede lograr? Sí, e implica entre otras tantas cosas la capacidad de pedir ayuda si es que solos sentimos que no podemos. Ese no poder puede percibirse ante la sensación de negación de lo que está pasando, una suerte de incredulidad de que sea real lo que nos toca vivir o haber guardado la esperanza de nunca tener que pasar por ello.

Ante estas situaciones que son concretas, y que a veces se dan en más de una oportunidad a lo largo de una vida, es importante contar con una red de contención afectiva, sentir cercanos a aquellos con los que hablar de lo que nos pasa,  sentir cercanos a quienes pueden escuchar sin juzgarnos, sentir cercanos a quienes pueden comprender y empatizar más allá de estar pasando por lo mismo, o no.

Es muy saludable tener compasión con nosotros mismos, abrazar  en su totalidad lo que sentimos con el mayor grado de amorosidad posible con nuestro propio Ser. El camino de sanar el alma cuando nos sentimos sobrepasados puede tener muchas piedras, muchas espinas y hasta la esperanza de que exista el día después parece diluirse. Sin embargo, la vida termina demostrándonos una y otra vez, que hasta las peores tormentas pasan, y que si bien dejan huella, también la lección de transitar de manera más enriquecedora el tiempo por venir.

Los momentos complejos pueden estar muy lejos de romantizarse. El sufrimiento existe, cala hondo, deja sin respiración. El alma duele y se siente en demasía. Pasa y se siente bien real. Lo importante también es entender que lo que se hace es lo mejor que se puede, con las herramientas y los conocimientos con los que se cuenta en cada momento. Nadie puede juzgar lo que alguien hace ante lo que tanto le está afectando. Cada ser humano es un mundo, un mundo tan amplio que hasta puede sorprenderlo a sí mismo.

Por eso reitero el concepto de aprender de lo que es… ¿Existe el día después? Si. ¿Lo ocurrido modifica? Sí. ¿Deja lección? Sí. ¿Se podrá continuar cuando lo que sucede se convierte en recuerdo? Sí. Cuando comprobamos que existen mas sí que no, podremos entonces saber que el dolor y el sufrimiento pasan y que quienes seremos a partir de entonces terminará siendo una elección personal, como siempre, como en todo…

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