Comunicación empática

Para entrar en contacto con la profundidad de otro ser humano, con su particular manera de ir siendo, pensando y sintiendo, cabe hacerlo de manera similar a cuando ingresamos a un lugar sagrado, con todo el cuidado y la amorosidad que merece, sabiendo que esa persona puede elegir abrirse a nosotros siempre y cuando perciba de nuestra parte la comprensión, aceptación y capacidad suficiente de observar su mundo tal como ella lo está viendo, dejando de lado nuestros propios juicios de valor. Ni más ni menos que poniendo en práctica la tan necesaria e imprescindible empatía.

Comunicación empática, esa misma que conlleva un acercamiento a su mundo emocional, a su mirada de sí, de los otros y de la realidad en general. Todo un desafío, fundamentalmente para quienes nos dedicamos a profesiones de ayuda relacionadas a acompañar a las personas en sus propios procesos de cambio y transformación personal.

Comunicación empática, evitando la tentación de considerar tener las respuestas a las preguntas de ese otro ser humano, creyendo equivocadamente que podemos saber como esa persona puede resolver sus cuestiones internas.

Comunicación empática es también creer en el Ser grande de quien está confiando en nosotros, en su capacidad de salir adelante. Creer que podemos acompañarlo a poner luz a sus sombras y sosiego a sus angustias sin marcarle el camino que él o ella tiene que transitar por sí para lograrlo. Acompañarlo en ese viaje interior de múltiples paisajes. Acompañarlo a su propio ritmo, sin forzar, respetado sus tiempos y sus necesidades de observarse.

Una tarea desafiante pero maravillosa. Y en ese descubrir a quien se tiene enfrente puede surgir ante los propios ojos el reflejo de partes nuestras, de semejanzas en el sentir, pensar y experimentar; pero así y todo, pudiendo conservar la distancia óptima necesaria para ver al otro como ese auténtico otro, en su propia completud.

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