Desde mi Ser, desde mi Alma

Muchas veces siento la necesidad de abrirme desde la esencia misma de quien voy siendo. Eligiendo que lo que hay en mí no quede aprisionado, sino que levante vuelo, se despliegue y llegue a la profundidad de los otros en forma de mensaje.
Hace muchos años, desde adolescente, o quizás desde antes, tuve en claro que mi mayor deseo era trascender, dejar algo de mí en el paso por esta vida. Tal vez no sabía por entonces cómo iba a ser, sólo tenía en claro que era eso lo que marcaba un sentido a mi persona.
Y hoy, a mis 50 años, con tanto vivido, tanto transitado, tanto sentido y aprehendido sigue siendo la razón de mi existencia.
Me reconozco sensible, muy sensible. Nunca observé esa característica como un defecto o algo que podía perjudicarme; sólo que por momentos me llevó a encerrarme en mí, temiendo que la incomprensión de otros me provocara sufrimiento. Lo que con los años fui aprendiendo al respecto, fue a darle sentido a mi particular manera de ir siendo, esa manera tan mía. Y parte de ese sentido se tradujo en la búsqueda de vías de expresión, sentía que tenía, y tengo aún hoy, mucho por expresar y brindar.
De muy joven, lo hice en forma de poemas, cartas o simples escritos donde volcaba lo que mi alma iba sintiendo. Ya siendo más grande y gracias a los avances tecnológicos me permito compartir masivamente lo que de mi ser aflora. Y al hacerlo siento la particular sensación de libertad. Una especial libertad, producto de una mayor seguridad en mí, de sentir que no tengo por qué ocultar mis emociones y sentimientos por lo que otros puedan pensar o juzgar. Esto sin duda alguna, habla de madurez, aceptación y seguridad en mí misma.

Y en este transcurrir de la vida me formé en dos profesiones (Coaching Ontológico y Counseling), en primer lugar como posibilidad de autoconocimiento y despliegue personal para luego poder acompañar a otros en sus deseos de estar mejor y potenciar aquello de lo que ya son capaces aunque aún no lo vean.
Tengo en cuenta a las muchas personas pasaron por mi vida, todas dejando algo de sí, incluso algunas el aprendizaje de lo que no quiero para mí. Otras, muchas menos en cantidad pero mayores en calidad, son esas tan especiales que estuvieron y aún hoy deciden seguir estando a mi lado, haciéndome mucho bien, compartiendo desde lo verdadero y genuino, brindándonos un ida y vuelta con mucho amor. Esos seres son los que acarician mi alma, los que me brindan lo mejor de sí, los que me comprenden sin juzgar, me escuchan con interés y siempre me brindan palabras de afecto y aliento.
Muchos de ustedes me siguen hace varios años, otros, tal vez menos. A todos y a cada uno que elige leerme, seguir lo que hago, acompañar y participar de mis actividades les doy las gracias, son ese empuje que me permite continuar el desafiante viaje de la vida.

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