El Alma

El Alma. Esa parte de sí tan sensible tiene su propio modo de expresión por lo que escucharla es posible. Desarrollar nuestra capacidad de palpitar con ella podrá marcarnos nuevos caminos, hablarnos sobre la profundidad de lo que sentimos por otras almas afines, e incluso guiarnos en acciones a desarrollar.

El alma no sabe de razones, para eso tenemos la mente. El alma sabe de emociones, de lo sentido en lo más recóndito de nosotros. Detener nuestra vertiginosa marcha interior puede resultar el mejor regalo que podemos hacernos. Aquietar pensamientos y escuchar sentimientos. Abrazar esa sabiduría que habita en sí, que sabe incluso antes de que los hechos acontezcan.

A veces solo nos basta cerrar los ojos, llevar nuestra mano al pecho, y quedarse así, en silencio para que ella nos hable. Y tantas son las veces que tiene bellos mensajes para comunicarnos, Sin duda, lo más hermoso es cuando nos trasmite la plena seguridad que aquello que deseamos se concretará, incluso cuando desde lo racional no sepamos cómo será posible.

El alma, la nuestra, esa misma que lleva adelante acuerdos con otras que vibran en la misma sintonía. El alma, esa conexión mágica que todo lo trasciende; tiempo, distancias y tanto más. Que sabe de instantes felices compartidos, de abrazos que expresan, de reencuentros mágicos.

El alma, la tuya, la mía, la de los otros. El alma, sabia maestra que nos enseña, que nos estimula. El alma, ese soplo vital que nos acompaña. El alma, nuestra trascendencia en esta y en todas las vidas posibles…

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